¿Por qué tengo la necesidad constante de ayudar a los demás? me preguntaba el otro día en consulta una paciente. En este artículo voy a compartir contigo algunas reflexiones.
Altruismo: significado
La acepción de altruismo implica:
Una cierta disposición humana -que, como tal, se manifiesta a través del comportamiento- en virtud de la cual los individuos actúan en favor de sus semejantes de manera desinteresada, esto es, sin la expectativa de una acción recíproca de gratificación
Algunas definiciones van un poco más allá, e incluyen la gratificación del otro por encima de nuestras propias necesidades.
En ocasiones resulta complicado saber diferenciar la empatía y la abnegación. Depende la óptica y del grado de romanticismo de cada cual, un mismo acto puede ser considerado como un acto de solidaridad o de sumisión. Dicho de otro modo, de amor o de dependencia.
¿Existe un síndrome de ayudar a los demás?
Algunos autores han relatado lo que ellos llaman el Síndrome de ayudar a los demás, este sería el caso de aquellas personas que para sentirse plenas necesitan estar constantemente ayudando a otras personas.
Este síndrome, sería una de las patas que conforman lo que entendemos por codependencia. Más adelante, te hablaré sobre esta.
El sacrificio y la vida en pareja
No todas las personas experimentamos el mismo grado de predisposición al sacrificio. Estar para el otro abandonando lo estrictamente propio es una circunstancia que para algunas personas es algo básico y normal. Para otras, el “yo” siempre debe ir por delante.
Este es un choque habitual en el que se encuentran muchas parejas, cuando un miembro mira hacia el otro, y el otro, tiende a hacerlo hacía sí mismo. Cuando una persona quiere construir en común, y la otra en caminos divergentes que se cruzan.
Cabría pensar que está claro quién es el culpable, pero sin embargo, cuando acudimos al acusado, es probable que le oigamos decir “yo no he pedido nada de eso, quiero que él o ella sea su propia prioridad
¿Quién lleva razón?
Tal y como yo lo entiendo, una relación sana es aquella donde dos personas pese a sus historias personales, pueden convivir juntas sin necesidad de cambiarse el uno al otro.
¿Dependencia o independencia?
Esa es la cuestión, y probablemente la eterna lucha que nos encontramos los terapeutas cuando trabajamos en terapia de pareja.
“Depende la óptica y del grado de romanticismo de cada cual, un mismo acto puede ser considerado como un acto de solidaridad o de sumisión”
— Alejandro Vera
Uno de los miembros solicita que el otro se implique más, piense en los dos, sea más atento, colaborador y cariñoso. Mientras que el otro, pide que le den espacio.
Diferencias entre hombres y mujeres
Generalmente, lo cual no implica que esto sea así siempre, es la mujer quién ocupa el rol de cuidadora. Esto tiene una explicación cultural sencilla: la mayoría de mujeres desde que son niñas reciben mensajes acerca del cuidado.
Se les regala una muñeca, y se les valora por como cuidan. Su identidad durante mucho tiempo ha quedado ligada a su yo en relación, es decir, eres lo que eres en conjunto.
Sin embargo, el tipo de valores que su cultivan en la figura masculina son muy diferentes. Al hombre se le educa en el éxito, en la competición y en la consecución de logros.
Si bien es cierto, que por suerte esto parece que está cambiando. Algún día podremos ser lo que nos plazca ser.
¿Amar o depender?
“Le quiero tanto que sería capaz de…” o por el contrario “para que no se vaya soy capaz de…”
El otro día en consulta una paciente me decía:
Creo que soy tan servicial para sentirme útil para los demás. Estoy siempre ofreciéndome para todo, e incluso busco escuchar los problemas de la gente para dar apoyo.
A lo que yo le preguntaba, ¿y qué ocurre cuando te dejan de necesitar?, y ella me respondía: que me dejan de necesitar y se van. De manera qué, ayudar a los demás no parece la mejor manera de retener a la gente a nuestro lado, ¿no?
El riesgo de vincularse de forma codependiente no es otro que el de convertirnos en un valor por lo que hacemos, pero no por lo que somos. Podemos conseguir retener a personas tratando de que cuando lo necesiten estemos disponibles, e incluso procurando que nos tengan que necesitar, pero cuando eso deja de ocurrir, ¿qué pasa con nosotros?
Ese es el miedo de la persona codependiente. Razón por la cual suele escoger a personas con problemas. Ayudar a los demás le da seguridad.
Así que me pregunto: ¿ayudar a demás, me ayuda?
La prohibición del egoísmo
Otra razón por la que muchas personas son “tan sacrificadas” es porque desde pequeños se les ha negado el “autoabastecimiento”.
Esto es habitual en familias numerosas o pobres, donde esta mal visto mirar por el bien propio y no por el ajeno.
O en familias rígidas, que han educado desde un exceso de moralismo. Donde se pretende que la persona desarrolle un código ético impoluto y se incline hacia la ayuda a los demás.
A lo que yo me pregunto: ¿la perfección moral consiste en no ser egoísta? ¿por qué deberíamos elegir salvar al otro antes que a uno mismo?
Renunciar a la satisfacción y a los deseos es algo insostenible. Por eso, aquellas personas a las que se les ha negado su egoísmo, lo buscarán a escondidas. Es probable que procuren limpiar su imagen y que no parezca que lo están haciendo, pero igual que el resto, también son egoístas.
¿El altruismo puede ser egoísta?
Deberíamos tener cuidado entonces cuando equiparamos a la persona que ayuda a los demás como alguien que lo da todo por el otro de forma desinteresada. Puede que simplemente el interés sea cumpla a través de ese otro al que ayuda.
Existen autores que consideran que el altruismo no existe, ya que en el propio acto de ayudar o sacrificarse, estás sintiendo satisfacción personal o alivio.
Personalmente, si que creo que existen los actos altruistas y las personas capaces de dar por los demás. Lo cual, a mí forma de entender, no compite con lo bien que te puede hacer sentir eso.
Quizás el valor de este artículo es que nos haga reflexionar sobre nuestras motivaciones y a que no nos quedemos en la superficie de las cosas.
¿Ayudo a los demás o me ayudo a mí?