Es lógico que el trastorno de la conducta alimentaria comience durante esta época, si entendemos la adolescencia como una fase de cambios hormonales y fisiológicos que alteran la fisionomía. Hemos de añadir además en esta época, el aumento de la habitual presión social y mediática que se ejerce sobre la imagen personal .
Otra vértice fundamental del trastorno, consiste en la necesidad imperiosa de sentir el control en un momento vital de inseguridades, dudas y vértigos.
Los problemas de alimentación son la expresión de una insatisfacción interna, algo que esta gritando dentro de nosotros que necesita sentirse bien.
Los TCA aparecen como un intento de solución, un intento insatisfactorio a largo plazo y dañino para la salud mental y física. Puede chocar que lo llame intento de solución, pero la realidad es que la persona que los sufre, es la manera que ha encontrado de intentar poder aceptarse y sentirse aceptada.
En otras ocasiones, el trastorno de la alimentación no viene principalmente motivado por la necesidad de cambiar la propia imagen, sino que nace de la necesidad de satisfacer la sensación de control ante el vacío que se siente, la intensidad emocional, o la falta de control sobre el resto de cosas.
Cuando el TCA debuta, comienza a extender sus redes y a colonizar más esferas de la vida de la persona, hasta el punto de que la persona que lo padece, entrega su cuerpo y alma a la causa. Es entonces cuando comienza a aparecer el aislamiento social y afectivo y las limitaciones para hacer una vida normal, por que quién manda ahora es el miedo a perder lo ganado.
Las consecuencias psicológicas de la anorexia y la bulimia son bastantes duras debido al fuerte estigma asociado que tienen los trastornos de la alimentación.
Por esta razón, hemos de ayudar a la persona a sentirse bien en algo más que lo referente a la imagen y la alimentación.