Muchos hombres se preocupan desde jóvenes por la posibilidad plausible de quedarse calvos. No hay más que observar a los mayores, el 80% de los hombres mayores de 35 tienen problemas de alopecia en diferente grado.
En cambio, para la mayoría de mujeres no es una preocupación el tema de la pérdida de pelo. Hasta los 30, o hasta que tienen desarreglos hormonales y se les cae masivamente, o después de un embarazo, o en épocas de estrés en los exámenes universitarios. En ese momento se dan cuenta que la pérdida de cabello también es algo frecuente en mujeres, afecta al 50% de las mujeres mayores de 30 años.
Existen unas causas últimas de los problemas de cabello asociados a la edad. Pero la palabra EDAD es una de las claves. Perder el cabello, tener canas o tener la piel flácida, seca y arrugada no son más que muestras de un proceso de vejez acelerada.
Cada uno de nosotros tiene una predisposición a tener más o menos canas, igual que a acumular más o menos grasa o a tener más o menos acné. Eso lo determina la genética. Nuestros genes son las piezas que la naturaleza nos ha dado para funcionar. Pero la epigenética es mucho más importante que la genética. La epigenética es como el entorno activa o desactiva esos genes. Entorno es la exposición al sol, el descanso, las emociones, el ejercicio y, por supuesto, la alimentación.
Con la alimentación adecuada puedes prevenir las arrugas, las canas y la caída del cabello. Son tres signos de la edad que estamos manifestando hacia el exterior, aunque normalmente, para que lleguemos a manifestar “mala salud” externa, significa que hay ya problemas internos de base que debemos solucionar.
Si el cuerpo brilla por fuera, normalmente está bien por dentro. Es cuando nuestro organismo comienza a destinar recursos a intentar reparar desajustes internos, que deja de lado el exterior puesto que no es vital. Te lo explico con un ejemplo, a qué le va a dar más importancia tu cuerpo, a un problema de estreñimiento, que implica no tener una de las vías de detoxificación perfectamente activas, o a que tengas más o menos cabello o el pelo más marrón o blanco. Está claro, ¿verdad?
Los básicos de la salud y el envejecimiento
Seguir una dieta para promover la juventud no es muy diferente de seguir una dieta para promover la salud en general. Lo primero y más importante es evitar ser perjudicados por la alimentación. Y esto significa:
Reducir el consumo masivo de calorías para no aumentar nuestro contenido graso. La grasa, los adipocitos, actúan como un órgano endocrino en sí mismos y además depende de cómo se estructuren en el cuerpo pueden bloquear el espacio y función de otros órganos
Evitar los picos de insulina constantes. La secreción de insulina es la forma que tiene el cuerpo de retirar de la sangre un exceso de azúcar. La glucosa en sangre es tóxica para los tejidos. Se eleva tras alimentarnos y secretamos insulina para retirala del torrente sanguíneo, penetrarla en las células para parte de su función, reservar una parte en forma de glucógeno hepático y muscular, y acumular la sobrante en forma de grasa.
Esto es sencillo, se trata, primero, de priorizar la comida natural poco o nada procesada. Esto evitará las calorías y los azúcares innecesarios. Estos alimentos son la fruta, la verdura, las legumbres, las carnes y pescados frescos, los huevos y los frutos secos y semillas. Los derivados de cereales son productos que pueden ir desde el mínimo procesado (avena en copos), hasta extremadamente procesados (galletas) y básicamente los asimilamos como azúcares simples, así que disparan la insulina y acentuarán la vejez. Deberás ser consciente de ello. Los lácteos el principal problema que pueden tener, es su elevado contenido calórico (algunos quesos).
Los productos del supermercado con largas listas de ingredientes y con aditivos diversos no puedo considerarlos alimentos, sino productos de alimentación. Minimízalos en la medida de lo posible.
¿Y cómo ponemos coto a las calorías? Una vez hemos superado la selección de alimentos, el siguiente paso sería restringir la cantidad de comidas al día, incluso ayunar. Sabemos que más comidas suele ser igual a más vejez. Estamos forzando al mayor órgano de nuestro organismo, el aparato digestivo, a trabajar. Y eso desgasta. Cuanto menos ocupado tengamos a un aparato que mide una decena de metros de largo y que va desde nuestra boca a nuestro recto, más energía disponible tendrá nuestro cuerpo para destinarlo a otros menesteres, como la belleza y la salud de la piel.
Si picas a todas horas y puedes pasar a comer sólo 2 o máximo 3 veces al día, te estarás haciendo un favor. Si además puedes incorporar a tu estilo de vida ayunos estratégicos, aún mejor.
Por supuesto, miniminzar los tóxicos. Este sería el último consejo entre los básicos para lucir un aspecto radiante y conservar la piel tersa y el cabello en la cabeza. Tabaco, alcohol, aditivos alimentarios, contaminación ambiental, estrés crónico… Haz lo posible por alejarlos de tu vida.
Y si eso ya lo tengo, ¿qué más puedo hacer?
Si la dieta, las calorías y los ayunos ya los tienes dominados y aún quieres hacer algo más, te doy alguna pautas:
- Respiración e hidratación. Beber agua, durante todo el día. Y aprender a respirar, el yoga o la meditación pueden ser buenas herramientas, al mismo tiempo que aprender a respirar controlas el estrés. Aunque esto sería incluso más básico que la dieta, como no lo había mencionado previamente, lo destaco aquí.
- Ejercicio, no hace falta mucha cantidad, pero sí que sea vigoroso (levantar pesos y/o alta intensidad)
- Descanso, 8 horas sería como un mínimo. Lo importante, que no te levantes fatigado, nunca. Señal que algo pasa.
- Exposición a la luz solar. Probablemente siempre no será posible, y habría que hacerlo todo el año. Puedes pensar en tomar algún suplemento de vitamina D, básico para función cerebral, piel y músculos.
La salud y la belleza física que se desprende de una verdadera salud natural no son hechos aislados, cosas que suceden un día. Son el resultado de hábitos sostenidos en el tiempo. Empieza a ponerlos en práctica y verás como todo cambia.
Albert Hurtado es doctor en bioquímica y promotor de diversos proyectos en salud y alimentación como Siil, un pack de productos para la prevención de la caída capilar.