Doloroso pero inevitable, el miedo evolutivo es una emoción necesaria para el buen desarrollo psicológico del niño.
Los miedos evolutivos en la infancia pueden venir de cualquier lugar y de cualquier cosa. Sean reales o inventados, difieren según la edad del niño, pero son esenciales para el equilibrio del mismo. A medida que el niño crezca, aprenderá a superarlos y controlarlos.
Si habitualmente pensamos en la infancia como una de las épocas más felices de la vida, quizás al leer este artículo no te entren ganas de volver a esa época llena de incertidumbres y peligros inminentes.
Miedos evolutivos normales: fases del desarrollo infantil
Miedos de 6 meses a 1 año
Los miedos evolutivos normales en la infancia vienen de dentro de la casa. El bebé tiene miedo de los ruidos fuertes o repentinos: aspiradora, licuadora, taladro o ladridos. Salta, se preocupa y empieza a llorar. Este exceso de decibelios lo asalta y lo perturba al máximo. Alrededor de los 8 meses, el pequeño comienza a tener miedo de los extraños y teme ser separado de sus padres, esto es lo que se conoce como “ansiedad del octavo mes”. Ahora que sabe la diferencia entre sus padres y un extraño, temerá cualquier cosa inusual o desconocida.
Diferencia entre el miedo y la fobia:
Cuando un niño es atrapado por el mismo miedo intenso, de manera repetitiva, frente al mismo objeto o animal, ya no es un miedo banal sino una “fobia“. Estos miedos irracionales pueden aparecer alrededor de los 5 años.
Miedos de 1 a 3 años
Los miedos vienen de fuera de la casa:
- Los perros son lo primero porque reúnen todo lo que los niños temen: a menudo ladran muy fuerte. Tienen movimientos repentinos, se acercan mucho para olerte con su gran nariz, te tocan con sus garras y pueden saltar sobre ti en cualquier momento. Finalmente, tienen grandes dientes puntiagudos que, aunque nunca hayan mordido, pueden impresionar fácilmente a un niño pequeño.
- Una de las grandes causantes del pánico: el agua. El recuerdo aversivo de una bañera demasiado caliente o demasiado fría, o de una cabeza que ha permanecido demasiado tiempo bajo la superficie, puede ocasionar que verla o tocarla desencadene los ataques de pánico de un niño. Otro clásico, es el miedo al mar, o en el caso más grave, la fobia al mar.
- Las tormentas eléctricas también pueden ser muy inquietantes para un niño. Su rareza ya las convierte en un acontecimiento sorprendente. El fuerte ruido de las tormentas, los relámpagos cegadores y la lluvia torrencial que las acompañan, también pueden ser aterradores. Para colmo, el cielo se oscurece considerablemente y recuerda curiosamente a la noche. Y la oscuridad, a los niños no les gusta nada…
¿De dónde viene el miedo a la oscuridad?
Hasta los 5 años, este miedo es común a muchos niños y es comprensible. En la oscuridad, no puedes ver nada, no tienes puntos de referencia: no puedes encontrar la decoración familiar de la habitación o el edredón. No sabes si hay alguien cerca de ti, puedes estar en cualquier lugar y no sabes donde se encuentra nada.
Miedo de 4 a 6 años
Comienza el mundo de la imaginación. Alimentado por cuentos, dibujos animados, películas y juegos, el niño tiene una capacidad ideativa fértil y tiene dificultad para distinguir entre la realidad y la ficción.
- Elegidos por unanimidad: fantasmas, vampiros, brujas y otros monstruos abominables hacen su aparición. Como debe ser, todos estos personajes salen al anochecer: algunos se esconden bajo la cama, otros en armarios, y algunos se las arreglan para infiltrarse en los sueños y convertirlos en espantosas pesadillas. Perseguido por estos indeseables seres, el niño se despierta entre lágrimas, aterrorizado, en medio de la noche.
- Al final, la realidad supera a la ficción: Marcado por su joven experiencia, el niño es ahora consciente de los peligros que le esperan gracias al inicio de la maduración de su córtex prefrontal. Recuerda las recomendaciones que lee han repetido cien veces: “No te acerques a esto, es muy peligroso”; “No lo toques, puede hacerte mucho daño”.
Recuerda las pequeñas desgracias que no le gustaría volver a vivir: lastimarse al caer, perderse o ser picado por una avispa. Las escenas que vio en la televisión también las recuerda “los incendios puedan ocurrir en casa” “los malos que hacen la guerra y matan a la gente, tal vez vengan a nuestra casa”. En los casos extremos, puede aparecer el miedo de dormir y no despertarse. A su vez, comienza a aparecer el miedo a la muerte.
¿Pesadilla o terror nocturno?
Los terrores nocturnos no deben confundirse con las pesadillas. Mientras que la pesadilla termina cuando el niño se despierta, el niño que es víctima de los terrores nocturnos está en medio del sueño. Horrorizado, grita, llora y lucha sin saber que estás a su lado y que le hablas. En este caso, no intente despertarlo. Está profundamente dormido y se calmará naturalmente después de unos minutos. Cuando se despierte, no lo recordará.
Si eres padre o madre, no te asustes al leer este artículo. Al revés, tu hijo/a tiene que pasar por todo esto porque es parte natural del desarrollo. Para ello, necesitará unos padres seguros que estén a su lado y le calmen cuando lo necesite.
12 consejos para trabajar los miedos evolutivos infantiles
- Nunca dejes al infante sin explicarle que te vas pero que volverás pronto.
- Permítele explorar
- Usa herramientas ruidosas cuando el bebé no esté solo para que se pueda habituar a ellas.
- Escucha a tu hijo para determinar los orígenes de su miedo.
- No te burles de él, puede ocultar sus miedos o negarse a hablar de ellos.
- Nunca ignores un miedo: lejos de mejorar, podría empeorar. Esto no quiere decir tampoco reforzarlo.
- Nunca fuerces al niño a enfrentar un miedo: deja que el niño se ocupe de sus miedos a su propio ritmo.
- Tomate el tiempo necesario para explicarle el objeto que provoca el miedo, para hacerle comprender que no es peligroso: si es necesario, puedes utilizar el objeto en miniatura escenificado con títeres o algo similar.
- Después de una pesadilla, quédate cerca de él o ella para tranquilizarlo hasta que pueda volver a dormirse.
- Dale un objeto “cazador de pesadillas” para que lo coloque en su habitación.
- Instala una luz nocturna o una lámpara cerca, si tu hijo tiene miedo de la oscuridad.
- Asegúrate de que los libros y los programas de televisión que tu hijo vea sean apropiados para su edad.
Referencias bibliográficas:
- Grande, M. D. P. (2000). El miedo y sus trastornos en la infancia. Prevención e intervención educativa. Aula, 12.
- Méndez, F. X., Inglés, C. J., Hidalgo, M. D., García-Fernández, J. M., & Quiles, M. J. (2003). Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo. Revista Electrónica de Motivación y Emoción, 6(13), 150-163.
- GARCÍA, R. M. V., FERRERO, B. S., & RASO, P. C. (2010). Miedos en la infancia y la adolescencia (Vol. 36179). Editorial UNED.