En reiteradas ocasiones he manifestado mi “fórmula mágica” en cuanto a lo que considero que somos cada uno de nosotros. Desde mi punto de vista todos somos: Genética + Ambiente. De ello dependen nuestros pensamientos y nuestras conductas.
¿Y por qué digo todo esto? Por lo necesario que resulta darle valor al contexto individual de cada persona para lograr comprender y ayudar en cada situación o problemática.
A lo largo de la historia de la Psicología se han llevado a cabo diversos estudios y terapias para intentar explicar el funcionamiento y los mecanismos de la mente humana. De esta manera se ha buscado ayudar mediante diferentes generaciones de terapias que han ido avanzando y perfeccionándose con el paso de los años hasta llegar a lo que se conoce como terapias de tercera generación.
¿Que son las terapias de tercera generación?
Para comprender lo que le ocurre a una persona resulta primordial ponerse sus zapatos y andar sobre sus pasos. Los psicólogos no podemos ayudar (ni siquiera imaginar lo que le ocurre) a una persona sin conocer y comprender su contexto.
Algo así es lo que defienden las terapias de tercera generación, surgidas en los años 90. Este tipo de terapias tienen la necesidad de realizar un “mapa” (análisis funcional) contextualizado y específico de la persona abordando no solo los problemas o síntomas sino cómo nos relacionamos y nos sentimos con nuestras dificultades.
Pero… resulta un tanto complicado hablar de las terapias de tercera generación sin conocer a sus precursoras, ¿no?
¿Cuáles son la primera y la segunda generación?
La Psicología es una ciencia relativamente joven. Sin embargo se conoce que comenzó a estudiarse allá por el siglo XIX. Desde su aparición se ha hablado de tres grandes olas o generaciones de terapias que han ido avanzando y evolucionando en el tiempo hasta dar lugar al planteamiento actual: un planteamiento que busca superar las limitaciones de las anteriores corrientes.
La primera generación de terapias implica las terapias conductistas. Surgieron como reacción a los planteamientos psicoanalíticos de Freud, abogando por un corte más empírico centrado en la conducta y reacciones entre estímulos y consecuencias.
Enfocan el interés en el condicionamiento clásico y la asociación entre estímulos (¿quién no ha escuchado hablar de los famosos perros de Pavlov?), la exposición, la desensibilización sistemática, la economía de fichas… Todo ello enfocado al objetivo de provocar cambios en la conducta.
A pesar de la buena acogida que tuvo esta generación de terapias su utilidad era limitada al no darle importancia a aspectos como la cognición. Por ello aparecieron las terapias de segunda generación conocidas como terapias cognitivo-conductuales.
Estas terapias no concebían la idea de provocar cambios en las conductas sin tener en cuenta las creencias o pensamientos. De esta manera adaptaron los avances originados por las terapias de primera generación dando importancia a la modificación de pensamientos disfuncionales generadores de sufrimiento.
Es decir, fueron una versión mejorada de las anteriores técnicas ya que añadieron componentes cognitivos (por ejemplo, terapia de autoinstrucciones o terapia cognitiva de Beck enfocada a la depresión).
Más tarde aparecieron algunos otros modelos de terapia como la humanista o Gestalt.
Efectivamente hubo muchos avances, pero… no es todo lo que reluce. A pesar de las mejoras se observó que era complicado generalizar los resultados sin tener en cuenta el contexto lo cual además aumentaba el número de recaídas. Es por ello que aparecieron las terapias de tercera generación.
¡Dos siglos dan para muchos avances!
Libros de terapia de terceras generación
Como yo también soy psicólogo, sé de primera mano la relación tan íntima que tenemos los terapeutas con los manuales. Yo también pasé por esa fase de querer comprármelos todos.
Lo bueno de aquello, es que gracias a aquella actitud compulsiva (beneficio secundario de la patología), pude conocer varios manuales que me parecen muy buenos.
Si quieres ampliar y formación y como a mí, te nace la necesidad de hacerte con todos, te voy a compartir los que para mí son algunos de los mejores manuales o libros de terapias de tercera generación.
¿Qué son las terapias contextuales?
Llegados a este punto estarás pensando: “que sí, que ya me he enterado, que el contexto es súper importante”. Efectivamente, si descontextualizamos un comportamiento no seremos capaces de entender su funcionalidad.
Las terapias contextuales (o terapias de tercera generación) no solo dan un gran valor al contexto. Entienden que cada uno de nosotros somos un “todo” con nuestra propia historia personal y nuestras circunstancias vitales. Como dijo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Además también confieren importancia a las conductas verbales y a los valores individuales de cada persona.
¿Te has parado a pensar alguna vez en que la manera en cómo te hablas no solo te afecta a ti mismo y a tu conducta sino a la relación que tengas con tu entorno? No es lo mismo que te digas: “Venga va, aunque estoy cansada lo estoy haciendo genial” que “Madre mía, vaya m*****, no puedo más”.
Tipos de terapias de tercera generación
Aceptar, aceptar y aceptar. Ese es uno de los objetivos de las terapias contextuales. Aceptar para provocar cambios y mejoras. Todo ello tras un análisis pormenorizado de la conducta para llegar a la raíz del problema.
El objetivo se aleja de evitar lo que nos genera sufrimiento para ser capaces de aceptar y reducir los síntomas.
Terapia de aceptación y compromiso (ACT)
Si eres de los que opina “si no lo pienso, el problema no existe”, esta es una técnica que te ayudará a enfrentarte a la realidad.
La ACT es todo lo contrario a la evitación. Como su nombre indica es la aceptación de pensamientos, sentimientos y emociones apoyándose en metáforas y paradojas.
¿Qué se busca? Que la persona sea capaz de aceptar todo lo que le acontece a través del diálogo al mismo tiempo que no se vea paralizada sino que avance en busca de su bienestar. Entiende el sufrimiento como una parte más de la vida y lo relaciona con nuestras creencias (erróneas o no) sobre lo que está bien o mal.
Mindfulness
Bendito mindfulness, ¿quién no ha escuchado esta palabreja alguna vez?
Mindfulness o lo que es lo mismo, “Plena Conciencia”. ¿A lo largo del texto estás siendo capaz de centrar tu atención en todo momento a la lectura? Si es así, te felicito. ¿O por el contrario has pensado en lo próximo que vas a comer, en que has escuchado un ruido o en que se está haciendo tarde?
En la mayoría de las ocasiones atendemos a todo tipo de pensamientos intrusivos que se cuelan en nuestra cabecita haciendo que sea realmente difícil enfocarnos en el presente.
De eso trata el mindfulness. Del aquí y del ahora. De fluir en el momento presente. De experimentar las emociones y los sentimientos con independencia de si son positivos o negativos.
Eso… a grandes rasgos. ¡Hablar de mindfulness nos daría para escribir otro artículo!
EMDR
O lo que es lo mismo “Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares”. Es una técnica en la que se ha observado que los movimientos oculares voluntarios reducen la angustia generada por los pensamientos negativos.
¿Qué clase de “magia” es esta?- pensarás. Consiste (a muy grandes rasgos) en mover los ojos para seguir los dedos del terapeuta al mismo tiempo que se recuerda un evento traumático o perturbador. Se ha demostrado su eficacia a la hora de procesar emociones relacionadas con eventos traumáticos o dolorosos.
La terapia de activación conductual (AC)
Este tipo de terapia se ha desarrollado de manera eficaz en personas con problemas de estado de ánimo o depresión.
Busca modificar la cognición a través de las modificaciones en la conducta. ¿Cómo? Analizando los acontecimientos y las respuestas conductuales generadas por esos acontecimientos. Aumentando progresivamente las conductas positivas de la personas.
Terapia dialéctico conductual (DBT)
Se trata de una terapia de referencia en el tratamiento del trastorno límite de la personalidad (TLP) ya que se busca la aceptación y validación de los sentimientos de la persona. Analiza las conductas desadaptativas buscando alternativas para generar sentimientos que resulten beneficiosos.
Psicoterapia analítico funcional (PAF)
Busca que la persona sea capaz de analizar su propia conducta para así poder hacer sus propias interpretaciones no solo de lo que hace, sino también de lo que dice.
En este tipo de terapia es vital la relación terapeuta-paciente para poder analizar 3 tipos de conducta:
- CCR1 (conductas relevantes tipo 1 relacionadas con el problema que se desea reducir);
- CCR2 (conductas relevantes que implican una mejoría en cuanto al problema);
- CCR3 (interpretaciones que hace la persona sobre su propio comportamiento).