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Mentiroso compulsivo o mitómano: ¿Cómo dejar de mentir?

¡Qué levante la mano quien no haya dicho alguna mentirijilla en algún momento de su vida! Puede que por no molestar a alguien, por evitar preocupaciones o simplemente por conseguir algún objetivo concreto. Todos, absolutamente todos, en alguna ocasión hemos mentido sin necesidad de ser un mentiroso compulsivo.

No obstante es importante establecer la diferencia que existe entre haber mentido alguna vez de manera esporádica y aquellas personas que sufren mitomanía. O lo que es lo mismo, aquellos que son mentirosos compulsivos.

Mitomanía: La enfermedad de los mentirosos compulsivos

La mitomanía o enfermedad de los mentirosos es un síndrome poco conocido, pero que presentan más personas de las que cabría pensar. Sin embargo, a día de hoy, no es considerado un trastorno psicológico.

¿Qué es la mitomanía?

La mitomanía es la necesidad irremediable de decir mentiras, muchas de estas, sin un sentido o motivación concreta. En consulta un paciente me contaba:

El otro día mentí sobre lo que había comido. ¿Por qué? no lo sé. Es como que te acostumbras a no decir la verdad sobre todo, porque piensas que la verdad no está bien y te inventas algo rápido.

La mentira compulsiva se acaba convirtiendo en un automatismo mental cuando llevamos mucho tiempo transformando la realidad. En un principio la mentira suele ser para lograr reconocimiento o éxito social, con el tiempo se convierte en un problema.

Síntomas de la enfermedad de mentir

Debemos diferenciar las mentiras piadosas que a veces utilizamos como último recurso para salir del paso, de las mentiras compulsivas o lo que se conoce como trastorno mentiroso compulsivo. De hecho un estudio de la Universidad de Massachusetts determinó que en torno a un 60% de la población miente durante una conversación. Pero claro, no es lo mismo decirle a nuestra amiga que está guapa con ese vestido que tanto le gusta para evitarle un disgusto, que crear una historia inverosímil e increíble que no nos la creamos ni nosotros.

La mitomanía va un paso más allá. Se puede definir como la tendencia a fabular o a transformar la realidad al contar una situación. Los mentirosos patológicos suelen ser personas inseguras con  miedo al rechazo, con una baja autoestima y que normalmente carecen de habilidades sociales.

Una persona mentirosa compulsiva no solo inventa situaciones que no han ocurrido, sino que es miente en cuanto a su edad, sus experiencias pasadas, su profesión, su familia,… Llega incluso un momento en que no discierne entre lo verdadero y lo inventado.

¿Mentirosos patológicos?

Se trata de personas que son capaces de mentir compulsivamente para intentar llenar su vacío emocional. Sería algo así como “mi vida está vacía y con mis mentiras intento llenarla”. Cuentan a los demás aquello que les enorgullece. Sus relatos no esconden la vida que tienen, sino la vida que desearían tener. Se trata de una especie de estrategia para eludir la realidad y conseguir el respeto o la aprobación de otras personas. Debajo de esas mentiras se puede observar un deseo excesivo de llamar la atención.

Tras la primera mentira, aparece la segunda, luego la tercera y así sucesivamente. Lo cual desencadena una historia totalmente estructurada para el mentiroso patológico. Ya lo afirmaba Alexander Pope, poeta británico, cuando decía que “el que dice una mentira no se da cuenta del trabajo que emprende, pues tiene que inventar otras mil para sostener la primera”. Las mentiras se convierten en un hábito, una especie de círculo vicioso del que es muy difícil salir.

¿Por qué las personas mienten?

Seguro que te has hecho esta pregunta miles de veces, que razones tiene un mentiroso compulsivo para mentir. La mentira en cierta forma, es una estrategia para la vida. Sin embargo, el problema comienza cuando esta acapara gran parte de la misma. En ese sentido, la razón por qué las personas mienten tiene mucho que ver con el miedo y la vergüenza.

La mentira como mecanismo de defensa

Detrás de la mayoría de las películas (sobre todo de las infantiles) se esconde una enseñanza para los más pequeños. Y por qué no, también para los adultos. Es posible que todos conozcamos la película de Pinocho. En ella el protagonista, una marioneta en forma de niño que cobra vida, miente para protegerse.

Es decir, utiliza el mentir compulsivamente como una especie de mecanismo de defensa. Esto ocurre en muchas ocasiones con los más pequeños. A partir de los 4 años, los niños para evitar regañinas o castigos, echan alguna mentira piadosa. Qué casualidad que ese jarrón que tanto le gustaba a mamá lo haya roto el perro justo cuando él estaba jugando con la pelota.

¿Y cómo se daban cuenta los demás? Porque supuestamente en la película, cuando se miente la nariz crece. Aunque parezca algo imposible, no resulta tan descabellado. Investigadores de la Universidad de Granada han descubierto que la nariz delata a aquellos que mienten. No es que crezca, sino que cambia de temperatura.

Solemos identificar a un mentiroso compulsivo patológico cuando por ejemplo cambia sus historias constantemente o exagera mucho los detalles. Se observa una distorsión de la realidad frecuentemente. A pesar de que en un principio se busque un beneficio inmediato llega un momento en que esto se cronifica y las mentiras se producen sin motivo aparente.

Esto sólo es el comienzo

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¿Existen los niños mentirosos compulsivos?

En primer lugar, hay que dejar claro que es completamente normal que los niños mientan, así que como padres o madres. no debemos asustarnos si nuestro hijo nos miente.

De hecho, es que es que aprender a mentir es una habilidad básica para la vida.

Sin embargo, de cara a que de adultos no se desarrollen el problema de la mentira compulsiva, es importante que desde pequeños les brindamos un espacio de apertura y acogida donde se pueden contar las cosas sin juicio.

Concluyendo, no existen los niños mentirosos compulsivos, existen los adultos potencialmente mentirosos compulsivos.

Tratamiento de los mentirosos compulsivos

Tipos de terapias.

¿Que tipo de terapia psicológica es que yo necesito?

Hay varios refranes que hablan sobre las mentiras. Por ejemplo, “las mentiras tienen las patas muy cortas” y “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Las personas que son engañadas acaban dándose cuenta de las situaciones inventadas y mostrando gran desconfianza. Aristóteles expresó que “el castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”. Por eso la mentira en sí misma no es solo el único peligro que se corre al mentir, sino la posibilidad de que te vuelvan a creer.

Ellos mismos no serán conscientes de que debajo de sus mentiras existe un problema de fondo. A pesar de no considerarse un trastorno – el DSM-V, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales no lo recoge –  es una situación que conlleva un gran desajuste. De ahí la importancia de familiares y amigos de confrontarle buscando la reflexión y el posterior reconocimiento del problema.

Cómo dejar de mentir compulsivamente

Lo ideal es buscar ayuda profesional de un psicólogo especializado. El tratamiento más efectivo se da a través de la terapia cognitivo-conductual. En un primer momento sería vital mejorar y realzar la autoestima para que la persona mentirosa compulsiva no sienta la necesidad de inventar situaciones y se sienta segura y satisfecha con su vida. Tras ello lo ideal es consolidar sus habilidades sociales y aprender técnicas de resolución de conflictos.

Si os interesa el tema recomiendo ver la película “Mentiroso Compulsivo” (1997)  protagonizada por Jim Carrey. En ella su protagonista, un abogado, miente de manera exagerada tanto en su vida profesional como personal.

Cómo ayudar a un mentiroso compulsivo

Las relación con una persona que sufre la enfermedad de mentir compulsivamente no es nada sencilla. Uno de los mayores problemas, es que es complicado distinguir cuando la persona de verdad tiene un problema y cuando simplemente es un o una cara dura.

Las personas mentirosas compulsivas, mienten sobre todo ante la vergúenza de mostrarse tal y cómo son. De manera qué, la mejor forma de ayudar a un mentiroso compulsivo, es teniendo paciencia y transmitiendo un mensaje de aceptación a esa persona.

Referencias bibliográficas:

  • Casas Rivera, R., & Zamarro Arranz, M. L. (1990). La mitomanía en la clínica actual. A propósito de un caso clínico. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.10(34), 345-344.
  • Gluck-Vanlaer, N. (2000). Trastornos de la personalidad. EMC-Tratado de Medicina4(1), 1-8.

Si no sabes como conseguir pacientes a través de Internet, esta guía te dará claridad.