Cuando hablamos del síndrome del salvador nos referimos a personas que se relacionan con otras como salvadores o protectores de los demás, generalmente, en el ámbito romántico.
En este artículo vamos a conocer en profundidad en qué consiste es problema y como salir de él.
¿Qué es el síndrome del salvador?
El síndrome del salvador o síndrome de Wendy, hace referencia a un estilo de relaciones interpersonales donde la persona ocupa un rol de cuidador.
Por lo general, se el sufrimiento y la abnegación se convierte en una forma de estar junto a los otros. No es una señal de amor.
Con esto no quiere decir que no lo tengan, si no que ayudar y cuidar al otro, es una estrategia de control donde se aseguran que la otra persona les necesite y por tanto, dependa de ellas.
Sobre la codependencia
El término apropiado para describir este problema psicológico se llama codependencia emocional. Las personas codependientes han sido educadas en valores relacionados con el cuidado y la entrega.
Por lo general, la autonomía y los propios deseos, son algo que no se atienden en pro de cuidar de las demás personas.
Este es un mensaje que durante mucho tiempo (y aún sigue ocurriendo, aunque en menor medida), ha recaído sobre los hombros de las mujeres. Tradicionalmente, la mujer ha ocupado un rol en la sociedad donde su papel era cuidar de su pareja.
Sin embargo, esto no quiere que todas las personas con síndrome de salvadores sean mujeres, los hombres también pueden utilizar perfectamente esta estrategia a la hora de vincularse.
El triángulo de Karpman
El triángulo de Karpman es una ilustración que identifica muy bien los tres tipos de roles que podemos ocupar las personas dentro de una relación tóxica:
- Agresor
- Víctima
- Salvador
Generalmente, cuando pensamos en relaciones dependientes, pensamos en relaciones de maltrato donde hay un agresor (maltratador) y una víctima (maltratado).
Por el contrario, no todas las relaciones dependientes siguen esta patrón. En ocasiones, pueden estar creadas por una víctima y un salvador.
En muchas ocasiones la persona dependiente busca un cuidador en vez de un agresor. Alguien más fuerte que tomes las decisiones y se responsabilice de su propia vida.
Muchas personas se sienten cómodas en el rol del cuidador por que trasladan el problema a la otra persona y conectan con la sensación de poder: “Yo soy quién sabe como se tienen que hacer las cosas” , “soy más fuerte”.
La ayuda que no ayuda
En principio podríamos pensar que no hay problema, nos encontramos en un caso donde una persona quiere delegar y la otra asumir el control.
Este tipo de relaciones conviene salir de ellas cuánto antes porque sirven para reforzar patología. La persona dependiente se afianza en su dependencia y no construye una propia autonomía ni llega a reparar su baja autoestima.
La ayuda prestada sirve de tope a la hora de dejar crecer a la otra persona.
Por el otro lado, la persona codependiente o con complejo de salvador, sigue sin atender a sus propios problemas ni dirigir la atención hacía sí mismo/a.
¿Cómo puedo dejar de comportarme como un salvador?
Hay algo qué es fundamental preguntarse y es ¿Cómo estoy eligiendo a mis parejas?
En todas las relaciones debe existir la protección y el mutuo cuidado. Sin embargo, cuando una relación afectiva se encuentra gobernada por esto, debemos hacernos pensar.
Otra pregunta interesante sería, si no me ocupara de los problemas de otras personas, ¿de qué me estaría ocupando?
Construir una identidad propia y encontrar el valor para afrontar construir algo único y personal, conlleva un trabajo y valor.
Se trata de conectar con las propias capacidades y la necesidad personal. En el momento que eso se cimienta, ya no existe la necesidad de salvar a otros para sentirnos bien y seguros.