Seguramente la mayoría de vosotros sepa responder a la cuestión qué son las habilidades sociales, en este artículo vamos a ver diferentes tipos de ejemplos de habilidades sociales para mejorar nuestro desempeño.
Habilidades sociales e inteligencia social son dos constructos psicológicos que pueden en cierta manera usarte indistintamente.
Sin embargo, a mí me gusta diferenciarlos por la siguiente razón: puedes tener una alta inteligencia social y malas habilidades sociales, pero no al revés.
Muchas personas son capaces de comprender los entresijos de las relaciones (inteligencia social), pero fallan en la ejecución. La mayoría de las veces por inseguridad, timidez y ansiedad social.
Por el contrario, me cuesta imaginar una persona con buenas habilidades sociales que carezca de inteligencia social.
Si bien es cierto que, muchas personas se muestran abiertas y receptivas, esto no es lo que yo entiendo por habilidad social.
A mí forma de entender, el entrenamiento en habilidades sociales implica desarrollarnos en un amplio abanico de recursos.
Realmente cuando hablamos de habilidad social, hablamos de un compendio de recursos y capacidades muy variado. Para poder explicártelo de forma sencilla, he hecho dos grupos: las habilidades sociales básicas y las avanzadas:
Las habilidades sociales incluyen desde destrezas básicas a otras más avanzadas. Algunas básicas son:
Autocontrol emocional
Aunque generalmente la persona que busca entrenarse en habilidades sociales lo hace porque necesita aprender a perder la vergüenza, muchas personas se encuentran en el polo opuesto. Saber cómo no extralimitarse es una cualidad que no para todo el mundo es sencilla. Para ello, debemos ser capaces de desarrollar un termómetro de activación, detectar nuestras emociones y aprender a parar.
Respetar el espacio personal
En la línea del autocontrol, otra habilidad básica consiste en ser capaces de leer cuando estamos resultando invasivos o no estamos respetando los tiempos y necesidades de las personas con las que nos relacionamos.
Saber escuchar
Algo que a priori podríamos pensar que fácil, en la práctica no lo es tanto. Estar frente a un buen escuchador es una de las cosas más agradables que hay. Entre los puntos fuertes de un buen escuchador están: no interrumpir y escuchar hasta el final, respetar las pausas y silencios, y reforzar con la mirada, los gestos y la sonrisa.
El lenguaje no verbal
Sobre esta cuestión escribiré un artículo en profundidad más adelante. Aprender a manejar nuestro lenguaje no verbal es uno de los aspectos fundamentales y quizás más difíciles. El 80 % de nuestra comunicación es lenguaje no verbal, entre lo que incluye:
La prosodia o modulación de nuestra voz
Los gestos y las muecas.
Contacto visual.
Posturas y actitud del cuerpo.
La sonrisa.
Aprender a comunicar es en gran parte aprender a usar nuestro lenguaje corporal, ya que gracias a él podemos decir cantidad de cosas sin hablar, reforzar, mostrar nuestras emociones, étc.
Comunicación verbal
Es decir, la conversación. Los elementos principales de una conversación son el inicio, el mantenimiento y el cierre. Más adelante hablaré sobre estos.
Sin embargo, las HHSS tienen diferentes grados de dificultad. Algunas habilidades sociales avanzadas son:
- Negociación.
- Resolución de conflictos.
- Asertividad
- Pedir ayuda
- Expresar emociones
- Persuasión y Seducción.
- Uso del lenguaje subliminal.
- Empleo del lenguaje emocional o simbólico.
- Uso del lenguaje visual.
- Expresión corporal avanzada.
Sobre este tipo de habilidades escribiré en futuros artículos, ya que su grado de complejidad es más alto y existen numerosas técnicas y ejemplos que la psicología ha estudiado.
Me gustaría advertir de un riesgo que vengo detectando cuando a consulta acuden personas solicitando entrenamiento en habilidades sociales.
Existen casos claros donde la intervención a través del entrenamiento en habilidades sociales es totalmente necesario, por ejemplo:
- Síndrome de Asperger
- Trastorno esquizode de la personalidad
- Gestión de conflictos en pareja, familia y/o trabajo
- Descontrol emocional
- Ansiedad para hablar en público
- Otros
Sin embargo, algunas personas pueden acabar usando el entrenamiento en habilidades sociales como una forma de esconderse.
Me explico mejor:
Si aprendemos a ser simpáticos, agradables y a saber cómo caer bien a la gente, es posible que adquiramos una gran destreza en ello a cambio de dejar ser nosotros mismos.
En muchos casos, el objetivo que debe perseguir la persona es recuperar la naturalidad. Decir lo que piensa, y actuar como realmente le nace.
Esto conlleva un ejercicio de empoderamiento donde hemos de permitirnos ser como somos y asumir la responsabilidad de no caer en gracia a todo el mundo.
Como dice uno de mis personajes de ficción favoritos House: Si le caes bien a todo el mundo, es que algo estás haciendo mal.
Las personas que sufren cierto grado de ansiedad social pueden llegar a sufrir mucho con algo que para el resto de personas es tan normal, como lo es una conversación.
Algo que para muchos otros es tan natural como el comer, para otros es motivo de activación cognitiva. Dicho de otro modo, se activa la necesidad de pensar cómo ejecutar la tarea.
Esta parte del artículo va especialmente destinada para ti que sufres ansiedad social:
A continuación voy a compartir contigo algunos ejemplos prácticos de habilidades sociales. Para hacerlo de una manera lo más sistemática posible, he dividido dichos ejemplos en los diferentes momentos que tiene una conversación: inicio, mantenimiento y cierre.
Iniciar una conversación
Cuando queremos abrir una conversación o integrarnos en un grupo, si es algo que nos suele costar, solemos fijarnos de manera casi obsesiva en el qué tengo que decir. Esto ocurre fruto del miedo a quedarnos en blanco y hacer el ridículo.
Lo que te aconsejaría en primer lugar es calmarte. Es más importante que tus esfuerzos se destinen hacia regularte a ti mismo, antes que a tratar de controlar la imagen que estás dando.
“Si le caes bien a todo el mundo, es que algo estás haciendo mal.”
— Doctor House, serie House
Piensa que realmente las personas nos guiamos por impresiones y ofrece mucha mejor impresión una persona serena que una persona que “acierta” con qué decir.
En realidad, la cosa es bastante sencilla: puedes hacer una pregunta o añadir un comentario con alguna opinión tuya.
Si estás en grupo, ten paciencia, nadie se ha muerto por estar en silencio. Y si estas a solas con alguien, igual, no tienes que hacerlo todo tú.
Mantener una conversación
Como decía anteriormente, tan importante como lo que aportamos es saber escuchar. Estar presentes y reforzar la expresión del otro son elementos que harán que las personas se sientan atendidas y comprendidas.
No basta con parecerlo, tenemos que escuchar de verdad.
Un fallo que tienen muchas personas en cuanto a esta habilidad se refiere, es que no escuchan para comprender, sino para contestar.
Existen también varias “técnicas” o “estrategias” (me da un poco de grima llamarlo así la verdad) para demostrar y expresar comprensión.
Algunas de ellas son:
- Autorrevelaciones: consiste en devolver a la persona un ejemplo donde algo que le pasó a el o ella también nos ha ocurrido de alguna manera a nosotros.
- Recapitulación: La recapitulación consiste en hacer una breve sinopsis o resumen de lo que nos han contado.
- Reformulación. Esta es sin duda la habilidad más complicada y que requiere de una gran inteligencia emocional. Consiste en devolverle a la persona una interpretación o forma de sentir que ha sido sugerida en su relato, pero no ha sido dicha de forma explícita.
Cerrar una conversación:
Podríamos pensar que ya está todo el trabajo hecho, pero aprender a cerrar conversaciones es otra habilidad muy importante. Algunos tips para hacerlo con estilo son:
- Reforzar o agradecer lo que ha aportado la conversación.
- Si tenemos que irnos o despedirnos de forma precipitada, disculparnos e indicar que se retomará la conversación en el punto donde se ha dejado.
Te animo a que cojas cada uno de los puntos de los que te hablado durante el inicio, mantenimiento y cierre de una conversación y los pongas en práctico. Estos son algunos de los ejercicios para entrenar habilidades sociales que trabajo con mis pacientes en consulta y que luego les pido que lleven a cabo a fuera en la vida real.
Es posible que muchos de ellos te cuesten y la razón tenga más que ver con la ansiedad o timidez que con que no sepas hacerlo. Si es así, quizás habría que empezar por ahí y aprender a gestionar dicha angustia y los pensamientos que la acompañan.
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