El tema del perdón es de esos asuntos que en psicología se ha convertido en un mensaje único: hay que saber perdonar.
Generalmente, asociamos el perdón con un acto de liberación y sanación personal. Sin embargo, ¿esto es realmente así?
Hay que saber perdonar… si te da la gana
Como te decía al comienzo del artículo, mi sensación es que todo lo relacionado con el perdón en psicología se ha desgastado.
Si acudes a Google y vuelves a buscar el término “cómo perdonar”, “saber perdonar” u otro, te darás cuenta que la mayoría de artículos hablan de la necesidad de sanarse, avanzar, liberarse, étc.
Yo siempre he cuestionado esto.
La primera vez fue leyendo a James Rhodes. Si no conoces a Rhodes, este es famoso principalmente por dos cosas.
La primera por ser uno de los mejores concertistas de piano. La segunda, por ser uno de los principales activistas en el campo de la lucha contra el abuso sexual infantil.
En su libro Instrumental, que te lo dejaré aquí abajo, relata la experiencia de violación que sufrió cuando era niño por parte de su profesor de educación física. Si lo lees, verás que es fue un acto brutal y completamente cruel.
¿Se debería perdona u olvidar algo así?
Rhodes lo tiene claro “No”.
En consulta he conocido muchas personas a las que les han hecho mucho daño, no solamente por experiencias de abuso, si no también: vejaciones, maltratos, bullying…
Actos que dejan una huella imborrable. Cuando alguien te trata como si no fuera una persona que siente y padece, eso es imposible de olvidar.
Ojo, hay una diferencia importante entre olvidar y sanar. El olvido tiene que ver con la inconsciencia, mientras que la sanación, con la aceptación.
La superación del trauma
Como te decía antes, una herida de este tipo no se puede olvidar. Deja una herida. El trauma en muchas ocasiones consiste en recordar lo que nos han hecho, la rabia que nos provoca y que no nos permite salir de ahí.
Una de mis pacientes por ejemplo, cuando tenia 19 años se hospedó durante un tiempo en Londres, en casa de una familia de au pair.
Un día, el padre de aquella familia abusó de ella, dejando un sentimiento horrible en ella. Te puedes imaginar el asco que da vivir algo así. Sin embargo, lo que más dolor le causaba, era no haberse podido defender.
Ante el miedo y la vulnerabilidad de verse sola en un país y una casa ajenas para ella, se paralizó.
Rencor y venganza
La venganza tiene que ver con la necesidad de restitución. El ser humano conserva mucho de animal, y cuando le muerden, necesita morder.
Cuando nos hieren, nos humillan u otro, sentimos que “esto no puede quedar así! y necesitamos hacer algo.
Muchas veces esa necesidad de hacer algo es lo que mantiene el problema, ya que sentimos que hasta que no haya justicia por lo que ha pasado, no podremos estar tranquilos.
Aquí es donde entra en juego la impotencia.
Volviendo a Rhodes, en su libro podemos ver como el admite no perdonar nunca a su agresor. Acepta lo que ha pasado y continuar, pero si se acuerda de ello, siente rabia y asco por aquella persona.
El problema que tiene la rabia es que esta nos lleva a la acción, y cuando no podemos, hacer nada, a la supresión. Aquí es donde considero que muchos psicólogos se equivocan promoviendo el perdón: tratando de eliminar la rabia a toda costa.
Más bien, se trata de poner la rabia en una espacio de nuestra estantería donde podamos convivir con ella. La indignación no es mala.
Sin embargo, sí que lo es, estar constantemente dándole vueltas a lo que sucedió y a lo que debería haber sido. Nos han hecho pensar que la vida es justa, pero la verdad es que no tiene porque serlo.
El perdón en muchas ocasiones, tiene que ser a nosotros mismos. Como en el caso de mi paciente. Ella necesitaba perdonarse por no haber tenido capacidad de respuesta. Algo completamente natural y humano, que ni mucho menos, la convierte en pusilánime o argumenta que ello permitió que sucediese lo que sucedió.
Como perdonar cuando queremos perdonar
Uno de los casos mas habituales donde es posible que queramos perdonar y no podamos, es en una infidelidad. En este artículo, te cuento la historia de una pareja que vi en terapia, dónde el le había sido infiel y ella no lo podía superar.
Uno de los problemas de la infidelidad es que nos rompe el esquema de “quién te quiere, te hará bien”. En los casos que hemos visto anteriormente, los agresores no suelen ser figuras de apego.
Cuando quién nos hace daño, es alguien que debería protegernos, la herida suele ser mayor. El componente de más peso en estos casos suele ser la “traición”.
No puedo dar una clave definitiva para esto, pero la forma de perdonar a alguien que nos ha traicionado es entendiendo y aceptando lo malo que hay en ella.
No estoy diciendo, ni mucho menos, que debamos tolerarlo todo. De hecho, hay situaciones como el maltrato que son del todo inaceptables.
Sin embargo, aquello de que, quién nos quiere, siempre nos hará bien, es falso. A veces las personas nos fallamos, nos hacemos daño. Es normal.
La única cuestión aquí es, si debemos protegernos o podemos aceptar a la persona con la nueva información que tenemos sobre ella.