Desde pequeños fantaseamos con la idea del amor romántico. Y cómo no hacerlo si prácticamente todo lo que nos rodea habla de este sentimiento universal. Las canciones, las películas,… hasta los anuncios de la televisión lo utilizan para darle un valor añadido a sus mensajes. Crecemos y nos hacemos adultos sin darle importancia al hecho de aprender a amar.
Nos adentramos en relaciones que nos hacen infelices llegando incluso a ser tóxicas en algunas ocasiones. Es aquí donde tenemos un problema: querer a una persona de manera incorrecta, de manera poco sana.
Aprender a querer bien… conlleva trabajo
Como todo en esta vida nadie nace sabiendo algo. Por supuesto nadie sabe mantener una relación de pareja sin antes haber aprendido. Tampoco hay un manual con unas instrucciones básicas que nos indiquen como querer a una persona de manera adecuada.
Si cada persona es un mundo, imaginaos una pareja. Para que todo fluya de manera sana se debe empezar a construir la casa por el suelo. Poco a poco. Primero la base y los cimientos. Finalmente los muebles.
No un manual para aprender a amar
Aprender a amar no es como aprender matemáticas. No existe una fórmula exacta que haga que seamos capaces de tener una relación sana. No obstante sí que se puede hablar de una serie de condiciones que puede favorecer que se lleve a cabo.
Comparemos una relación de pareja con una receta de cocina. Para que funcione debemos contar con unos ingredientes principales: igualdad, individualidad, comunicación, honestidad, responsabilidad, confianza, seguridad, generosidad, agradecimiento, apoyo y sobre todo reciprocidad. Dar y recibir.
Aprender a amar es como aprender a tener unas plantas en casa. Si queremos que crezcan y florezcan debemos regarlas a diario. Siempre con el agua justa. ¿Quién debe hacerlo? Ambos miembros de la pareja. Si solo lo hace uno, el que la riega se acabará cansando de hacerlo y el otro se acabará acomodando.
Como afirma Walter Riso, “el amor requiere de dos, pero sin dejar de ser uno”.
Aprender a quererse a uno mismo también es importante
Hace poco una paciente me comentaba que se sentía sola. Sufría un enorme vacío a consecuencia de no tener pareja. Le pregunté el por qué creía ella que no tenía pareja y todos sus argumentos eran relacionados con su propia persona. “Soy fea”, “desde que tuve el accidente no he vuelto a ser la misma”, “quién me va a querer con las secuelas que me han quedado”,… Su estado de ánimo se encontraba por los suelos. Su autoestima estaba completamente minada.
Mi pregunta fue: “¿Tú te quieres?”. A lo que ella no supo responderme. Le dejé unos minutos para que reflexionara y finalmente me dijo: “no, soy incapaz de quererme a mí misma”. Ni siquiera tenía valor para mirarse al espejo. Se sentía un cero a la izquierda en todos los sentidos.
En este tipo de ocasiones mi postura siempre es la misma. La única persona que va a estar a mi lado siempre, en cada momento, soy yo. Quererme me ayuda a ser feliz. Solo si puedo quererme a mí misma, podré profesar amor hacia otra persona. Solo si sé lo que valgo podré buscar y encontrar a alguien que me merezca.
¿Querer y amar es lo mismo?
Aunque muchas personas distinguen entre querer y amar, realmente no existe como tal. Generalmente, utilizamos el verbo amar para referirnos al tipo de querer que sentimos por una pareja o de manera romántica.
La psicología no distingue como tal lo uno de lo otro, de manera popular solemos pensar que amar es más que querer.
¿Qué es querer a alguien?
Los seres humanos somos mamíferos. Esto implica que somos seres afectivos que nos vinculamos y que por tanto, nos valoramos, nos protegemos y nos apegamos. Esto es algo difícil de explicar en palabras, ya que es innato y sucede sólo cuando compartimos espacio y tiempo con otras personas.
Querer a alguien es vincularnos.
Cómo querer a alguien
Querer bien es una labor de cuidado y de compromiso. Sin embargo, el amor o el querer, es algo que surge espontáneamente, no podemos obligarnos a sentir algo que no nos sucede de manera natural.
Sin embargo, si ya hemos decidido que queremos estar con esa persona, de nuestra voluntad depende aprender a querer de una manera más sana.
Como dejar de querer
Pues aunque sea un tópico, debemos hacer cierto el dicho el tiempo cura las heridas. No hay una manera para saber cómo dejar querer a alguien. Las personas llevamos incorporados en nuestro interior una cosa que se llama sistema de apego, mediante el cual nos vinculamos a otras personas.
Necesitamos que ese sistema se vaya apagando y “desapegando” para poder pasar página y olvidar, si bien, es posible que en nuestra memoria siempre quede cierto recuerdo de esa persona a la que hemos querido.
Amar sin dependencia ni control
¿Quién no ha escuchado la famosa frase de la “media naranja”? Nos venden que necesitamos a alguien que nos complemente. Como si por nosotros mismos no estuviéramos ya completos. Como si necesitáramos sí o sí a alguien a nuestro lado, sea quien sea, para llamarle pareja. Y lo peor, nos lo creemos.
Y ahí aparece John Lennon para desmontar esta mentira. Él mismo refirió lo siguiente: “Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”. Y qué verdad.
De esta manera basamos nuestras relaciones en la dependencia y en la posesión cuando debería de tratarse todo lo contrario. Para ser capaces de llevar una relación de pareja totalmente plena y satisfactoria debemos ser felices de manera individual sin sentir la necesidad de que alguien complete nuestras vidas. El amor debe sentirse en libertad. El amor no entiende de cadenas.
Querer a una persona tal y como es no significa aceptarlo todo
Sí, de acuerdo, para querer a una persona debemos aceptarla tal cual es, con sus virtudes y sus defectos. Pero cuidado con las conductas o acciones que aceptamos del otro. No es lo mismo aceptar que tu pareja sea un desordenado a que tu pareja sea un grosero y diga cosas que te sienten mal.
Creemos que querer bien es querer más. Y ahí nos enfrentamos a nuestro gran error. Es fundamental buscar calidad en el amor y no cantidad. ¿De qué vale que alguien te quiera mucho pero no te quiera de manera sana? ¿De qué vale intentar aceptar todo de nuestra pareja para complacerla si realmente hay algo que no nos satisface?
Aceptar no significa tragar por todo
Para aprender a amar es fundamental el respeto por encima de todo. ¿Esto implica que no se pueda discutir? No. No me suelo fiar de aquellas parejas que dicen no discutir nunca. Las discusiones son normales. No hay que evitarlas, hay que aprender de ellas. Pero siempre estableciendo una línea infranqueable que ninguno de los dos miembros debe atravesar.
Evitamos por todos los medios discutir. Por eso hay quien tiende a aceptar y justificar todo. Esa dependencia emocional hace que se sufra, se llore y hasta se produzcan humillaciones con tal de arreglar la situación. Se nos olvida que las parejas están formadas por dos personas que no siempre tienen el por qué compartir el mismo punto de vista.
En definitiva y como afirma Jorge Bucay, recomendable escritor: “Enamorarse es amar las coincidencias y amar es enamorarse de las diferencias”.