Cuando mi hermano y yo éramos pequeños recuerdo que hubo una temporada en la que él estuvo enfermo.
Todos los días tenía que tomar un jarabe que estaba extremadamente malo. Yo misma ejercía de hermana mayor intentando hacer de modelo y recuerdo que me era imposible tomarlo. ¡Estaba asqueroso! A mis padres les costaba un enorme sacrificio conseguir que lo bebiera.
Tras una gran búsqueda de alternativas y al no obtener soluciones, decidieron atribuirle unas “propiedades mágicas”. Recuerdo que le decían algo así como “no te lo tomes, así no te pondrás tan fuerte como Popeye”. Sin tener grandes nociones sobre el tema, estaban aplicando psicología inversa.
¿Qué es la psicología inversa?
¡No sigas leyendo este artículo! Y sin embargo, tú sigues.
Imaginemos una situación concreta. Nuestra amiga nos hace un comentario relacionado con la persona que tenemos a nuestra izquierda. Por supuesto nos dice lo típico, que NO miremos. Y nosotros por supuesto, ¿qué hacemos? Acabar mirando.
Quizás no tengamos ganas ahora mismo de ir al baño, pero si nuestra pareja nos dice que está recién fregado y NO podemos pasar… ¡Uy, qué ganas nos entran!
Estas situaciones no definen de manera exacta lo que es la psicología inversa. No obstante nos ayudan a visualizar momentos en los que se nos prohíbe algo y por consiguiente queremos realizarlo. No hay nada que despierte más curiosidad que lo prohibido.
La psicología inversa es una técnica conductista impulsada por Víctor Frankl, psicólogo austriaco. El objetivo que se intenta conseguir al utilizarla es persuadir a una persona para que haga algo sugiriéndole que haga exactamente lo contrario. Suele funcionar con aquellos que tengan una alta “reactancia”.
Cuando hablamos de reactancia nos referimos a la reacción emocional y motivacional que nos lleva a enfrentarnos ante una persuasión o norma que nos prive de libertad. Se produce cuando nos sentimos amenazados.
Creemos que siempre podemos hacer lo que queremos. Incluso en ocasiones actuamos de manera rígida ya que tenemos todo planeado.
Si alguien nos pide que hagamos algo que no entraba dentro de nuestros planes puede que lo veamos como una especie de amenaza. En ese momento nos ponemos reactivos.
O por el contrario puede que hayamos intentado persuadir a alguien y por más que lo hayamos intentado mostraba una alta reactancia.
Utilizar la psicología inversa
Qué atractivo resulta esto que es la psicología inversa, ¿no? Conseguir que alguien haga lo que queremos es cuanto menos interesante. Pero, ¡ojo! Esta técnica no funciona con exactitud en todo tipo de personas.
De hecho solo se ha mostrado su eficacia en aquellas que son más rebeldes, con mayor impulsividad, que muestran un carácter desafiante y que odian que se les diga lo que tienen que hacer.
Por eso es importante asegurarnos en primer lugar de la persona con la que la vamos a usar y por supuesto esperar el momento idóneo. Es importante mantener siempre el mismo tono de voz e intentar convencer a la otra persona de que nuestra intención es verdadera.
Recordar también no hacerlo de una manera muy obvia ya que entonces la otra persona no caerá en nuestras redes.
También hay que destacar que no se debe utilizar ni con todas las personas ni en todas las situaciones. Solemos responder mejor ante propuestas realizadas desde la asertividad.
Psicología inversa en adolescentes
Si intentamos visualizar un colectivo que sea experto en llevar la contraria es innegable pensar en los adolescentes. Que sí, que saben que lo que les digan sus padres o adultos de referencia probablemente sea la opción más acertada, pero… odian sentir que alguien les controla.
Los adolescentes en su revolución hormonal suelen mostrarse tozudos y orgullosos. Son una buena población para poner en práctica las preguntas sobre psicología inversa.
Resulta eficaz sobre todo si utilizamos estas técnicas en momentos de enfado. Por ejemplo ante el caso de un adolescente que no quiere estudiar podemos decir: “Yo creo que no estudias porque no sabes hacerlo” o “Estoy segura de que no te atreves a estudiar todos los días una hora”.
Psicología inversa en el amor
La técnica de la psicología inversa en pareja se puede utilizar de manera recurrente en los primeros acercamientos amorosos. Hacemos creer a la otra persona que no nos interesa para que de manera indirecta se produzca un acercamiento.
También es muy utilizada la psicología inversa en pareja a la hora de las discusiones. Ante un conflicto aparece una imponente lucha de egos.
Incluso cuando surgen pequeñas nimiedades. Por ejemplo, a la hora de decidir quién es el guapo/a que baja a tirar la basura desde un 5º sin ascensor, se produce el desacuerdo.
Por supuesto nada que no arregle una frase tan nuestra como el “no hay huevos”. Retas a tu pareja con un “no tienes lo que hay que tener…” y lo más probable es que baje, se sienta orgulloso y encima crea que ha ganado la discusión.
Psicología inversa para enamorar
¡Por favor! No hagamos este tipo de cosas. Puede que utilizando técnicas raras consigamos engañar a alguien y seducirle, pero…¿qué pasará cuando realmente nos conozco?
Para enamorar a alguien simplemente tenemos que ser nosotros mismos, y si así no llega el amor, lo mejor es aceptar la derrota con deportividad.
Psicología inversa en el marketing
Diversas empresas se hacen preguntas sobre psicología inversa para atraer clientes. Cualquier propuesta que suponga un reto o una prohibición resultará tentadora.
Si no imaginemos los anuncios de televisión o las páginas webs de algunas tiendas. Todas, absolutamente todas las frases, palabra por palabra, están estudiadas al dedillo.
Pensemos en el concepto alimenticio que actualmente está tan de moda: la comida sana. Una tienda que quiera potenciar sus ventas podría poner como cebo una frase del tipo “no la pruebes: corres el riesgo de que te cambie la vida”.
Y ahora que ya conoces más en profundidad este concepto, ¿te atreverías a ponerlo en práctica?