Los conflictos y desacuerdos son muy comunes en el día a día, puede suceder en el hogar, en el trabajo, en la calle, en el baño, cualquier lugar. Son situaciones en las que no siempre sabemos cómo reaccionar o qué hacer; incluso puede ser un conflicto interno.
En este artículo vamos a conocer 7 dinámicas de resolución de conflictos para adultos.
¿Qué es la resolución de conflictos?
Los conflictos son comunes al interactuar o comunicarse con las demás personas, se presentan diferencias de opiniones, puntos de vista, se generan roces, malentendidos, miradas fuertes, suposiciones equivocadas y más cosas. Debido a todo lo que se puede desencadenar, es muy importante aprender a controlar la situación y tomar buenas decisiones.
La resolución de conflictos, tal como lo indica su nombre, es la forma en que dos personas y organizaciones llegan a un acuerdo. Los problemas pueden ser financieros, políticos, religiosos, emocionales o de otra índole.
Cada día es una negociación, por lo que todos nos encontramos en este tipo de conflictos en algún momento. Y es deber de cada uno evitar que el problema se haga más grande. Para esto existen dinámicas de resolución de conflictos, seguramente ya cuentas con algunas técnicas, pero nunca está de más aprender.
¿Para qué sirve?
Si se maneja de forma correcta el problema, ambas partes pueden ganar o conseguir lo que quieren. Este es el objetivo principal de una discusión. Sin embargo, en el camino podrás encontrar otras ventajas.
Como en toda conversación, una discusión permite conocer sobre otras costumbres, creencias y pensamientos. Ser un buen negociador implica tener empatía, o como el expresa el conocido dicho, ponerse los zapatos del otro.
Si el problema no se maneja de buena manera, la relación que exista entre los implicados se puede ver afectada. Cuando se trata de relaciones afectivas o relaciones laborales, no es nada beneficioso una mala convivencia. La resolución de conflictos mantiene y generan nuevas relaciones.
Es posible que hayas solucionado problemas sin necesidad de aplicar técnicas de comunicación, sin mediar. Pero seguro habrás tenido que sacrificar dinero, tiempo, motivación, energía y buena reputación. Al negociar no debes sacrificar tanto, solo toma un poco de tiempo y paciencia.
7 ejemplos de dinámicas de resolución de conflictos
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Entiende el conflicto
Es común que en los enfrentamientos se pierda de vista la razón por la que todo inició. Para no perder tiempo ni energía, define desde el inicio que intereses tienes y cuales podría tener tu oponente.
Para esto podrías hacerte preguntas como: ¿qué quiero conseguir?, ¿cuáles son mis miedos y preocupaciones? De igual manera para el oponente: Si fuera el, ¿qué me interesaría?
Desde este primer punto se debe abandonar el orgullo. Que es muchas ocasiones nubla la visión sobre los intereses.
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Comunícate con el otro
Ya que se conoce lo que cada uno espera de la discusión, se puede entablar una conversación sobre el cómo lograr eso. Para una buena comunicación hay algunas recomendaciones que debes seguir.
Tenga una escucha activa, entienda lo que la otra persona está diciendo. A veces ayuda repetir a modo de pregunta lo que el otro dice. Por ejemplo: “Lo que quieres decir es que… ¿verdad?” Esto no significa que esté de acuerdo con todo, solo significa que entiende el punto del otro.
Las discusiones son ocasionadas por dos o más personas, razón por la cual no impulses al otro a sacrificar todo en aras de solucionar el problema. La solución debe componerse de esfuerzos o sacrificios de parte de los dos.
Por esta misma razón, tampoco se debe abandonar al oponente en la búsqueda de una solución. Juntos deben arreglar la situación.
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Lluvia de ideas para posibles soluciones
Conociendo las verdaderas razones del problema, y comunicándose de la manera correcta, se prosigue con la solución. Claro, si fuera tan fácil no estaríamos en el tercer paso. Así que para empezar se tienen en cuenta todas las soluciones posibles, que vuele la creatividad. Busquen intereses en común, y trabajen con base en eso.
Todas las ideas cuentan, aun no es el momento de evaluarlas y rechazarlas. Manténganse abiertos a las opciones, no minimicen el campo de acción. Las mejores soluciones son en las que las dos partes ganan.
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Elegir la mejor solución
Ahora si ha llegado el momento de elegir la mejor solución. Esta puede ser la parte más complicada, pues las partes deben llegar a un acuerdo. Revisen la lluvia de ideas y determinen con cuales se seguirá trabajando.
La ideal es aquella en donde todos puedan suplir algún interés.
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Usar un mediador
Si es difícil conseguir un acuerdo, pueden solicitar los servicios de un mediador. Esta persona no pertenece a ningún grupo de los oponentes, pero todos confían en su juicio. Esta persona puede hacer uso de leyes, opiniones profesionales, principios y precedentes.
Para evitar mas inconvenientes, se aconseja que el mediador escuche todas las opiniones, y explique esas posiciones a los otros. Sobre estas opiniones debe encontrar los intereses de cada uno. Y conociendo los intereses, buscar una solución que favorezca a todos.
También favorece que el ambiente se mantenga calmado y en un tono respetuoso.
Para la solución elegida no debe haber perdedores, de ser sí es mejor seguir buscando. Dado que es probable que el perdedor no acepte.
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Explorar las alternativas
Por desgracia, no todos los conflictos se pueden resolver con una negociación; bien sea porque tu o el oponente rechaza las soluciones propuestas. En ese caso, tienes que empezar a pensar en alternativas.
¿Qué opciones tienes? Y estas, ¿qué tan realistas son? Si en este punto puedes pedir una asesoría, mucho mejor, podrás explorar alternativas que antes no considerabas. Recuerda que, aunque ya no se vayan a utilizar dinámicas de resolución de conflictos, todo debe seguir bajo el margen del respeto y buena comunicación.
Para evaluar cada idea de solución, pregúntate ¿lo puedo hacer mejor?
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Manejar la presión
Los pasos anteriores son muy fáciles de aplicar en casos ideales. Es decir, cuando el oponente está dispuesto a escuchar, a negociar. Pero en este tipo de situaciones, pocas personas se comportan de esta manera.
Por esta razón debes estar preparado para manejar otro tipo de temperamentos y situaciones. Por ejemplo: puedes tener un conflicto con una gran compañía, con mucho dinero e influencia; y estos se niegan a hablar contigo porque el caso no tiene importancia.
Contextos así generan mucha presión, y tienen la intención de que tomes decisiones sin meditar, ya que estás bajo estrés. Si te llegas a encontrar en un caso similar, intenta mantener la calma, no te dejes llevar por ninguna emoción, y mucho menos tomes una decisión radical.