La intervención con adicciones suele ser uno de los escenarios clínicos que más respeto nos infunde a los profesionales, seguramente hayas escuchado en más de una ocasión en boca de otro profesional decir “yo no trabajo con adicciones”.

Este temor al paciente adicto viene en parte asociado al fuerte estigma que sigue prevaleciendo sobre este trastorno mental, pero también a la propia inseguridad del terapeuta. Sin embargo, una adicción no es tan diferente de cualquier otro trastorno psicológico: tiene propio sentido y si logramos entenderlo, seguro que le perderemos el miedo.

En nuestro curso de terapeuta en adicciones, entendemos la adicción como un intento de solución. El consumo de la sustancia o conducta adictiva, es un intento por llenar el vacío y la necesidad de carácter emocional. Es un intento que temporalmente funciona (parece que lo satisface), pero a la larga, no lo cubre y además genera un problema grave tanto para la salud como un deterioro en la vida social.

El objetivo de este curso es ir un paso más allá de encontrar acciones sustitutivas y enseñar técnicas de regulación. ¡Ojo! estas tipo de pautas son necesarias, pero no podemos quedar ahí. Debemos aprender a mirar a la persona adicta como una persona que está utilizando la adicción para su destrucción porque no es capaz de encontrar una manera de construirse en la realidad. Nuestro valor, será conseguir ayudar a esa persona a conectar de manera sana con lo que realmente necesita.