Podríamos hablar de una cultura gordofóbica que nace o se potencia del efecto colateral de vivir en la sociedad de la imagen. Filtros, ángulos imposibles y demás retoques fotográficos, contribuyen a estrangular la silueta a fin de obtener nuestra porción de protagonismo en Instagram y otros escaparates sociales.
¿Por qué existe la gordofobia?
Igual que a un maniquí se le adecúa para lucir bien, con medidas irreales a lo ancho y a lo alto para la mayoría de mortales, las personas tratamos de exagerar nuestras virtudes y minimizar nuestros defectos en la red ¿No os ocurre que cuando visitáis vuestros feed de Instagram, pensáis: ¿por qué coño todo el mundo está tan bueno/a??
Si bien antes el éxito se contaba en lo que tenías, ahora se cuenta en lo que aparentas tener. Vivimos sobre exigidos, con la perfección en el horizonte para podernos sentir parte del grupo de los ganadores. Este es el escenario de cultivo idóneo para el germen del odio en el que nace la gordofobia, que siempre ha existido, pero qué en mi opinión personal, cada vez es mayor.
Significado y sentido de la gordofobia: la definición del odio
La palabra gordo o gorda siempre va asociada con una connotación negativa. Probad a decirla en voz alta, y seguramente os suene con asco, rabia o rechazo.
Resulta un término prohibitivo y lo amenizamos llamándolo sobrepeso o con el clásico estar un poco rellenito/a, el cual resultar ser un eufemismo casi peor. Y es normal que esto nos pase, ya que estamos acostumbrados a asociar su empleo con un insulto. Desde que somos pequeños nos hemos hartado a oírlo, o bien en nuestras bocas para hacer daño, o en nuestros oídos para recibirlo, sino ambas.
Y cuando no es a modo de agravio, lo es a modo de valoración no solicitada o aviso impertinente. El otro día en consulta trabajando con una paciente que sufre un trastorno llamando sobreingesta compulsiva, el cual antiende a la ansiedad y la incapacidad para controlar el impulso de comer para calmarla, me comentaba que desde que ha engordado la gente se permitía hacerle comentarios respecto a su figura. Sentía mucha rabia y me decía “yo ya sé que he engordado, pero porque todo el mundo se siente con permiso para opinar sobre mi cuerpo”.
Parece que asociamos la gordura con decrepitud y la figura esbelta con triunfo. No sé si alguno de vosotros habrá pasado por cambios evidentes en su silueta y peso corporal, y ha experimentado la diferencia de trato que recibes cuando tienes normopeso o sobrepeso. Tratamos a las personas gordas como un estorbo, no todxs por suerte, ¿pero en qué momento hemos llegado al acuerdo táctico de que si estas gordx tienes menos derecho a todo? Incluido el respeto.
Y quizás suene a tópico, pero nunca está de más recordar que el físico es un envoltorio, y que hay una persona detrás como tú y como yo. Que las apariencias, como dice el refrán, engañan.
¡Y que coño!, que no es ningún pecado estar gordo, ni es lo más importante que decir sobre ti. Así que, está claro, stop gordofobia.
Inclusión y aceptación, ¿real?
Es una tendencia creciente la de incluir tallas mayores como modelos de lencería y ropa. La duda que me surge es: ¿es esta una verdadera inclusión social?
Estos/as modelos aunque con un peso mayor, siguen respondiendo a ciertos canones de belleza, como la forma del cuerpo, las proporciones y simetrías y los rasgos faciales. Además de que tratan de ofrecer un modelo de felicidad de la obesidad. No olvidemos que la obesidad es una circunstancia que atenta contra la salud ya que nos predispone para muchísimas enfermedades como por ejemplo todas las que tienen que ver con el corazón y la presión arterial, la diabetes, étc.
Tal y como yo lo veo, esta debería ser la razón principal de tratamiento de la obesidad, la prevención de la salud. Me parece importante que este alegato no nos confunda; la obesidad es un problema real a nivel sanitario. Sin embargo, el respeto y la valoración de la persona que hay detrás de un caso de obesidad nunca debería perderse.
En general, lo defensa propuesta aquí es la tolerancia total hacia los diferentes tipos de cuerpo. No solamente en lo referente al peso, sino en las diferencias de tallas, dimensiones y formas de cada cual. Que nos dejen en paz, vaya. Todos tenemos complejos y quizás nos sentiríamos más cómodos si nuestras vulnerabilidades las pudiésemos vivir desde la aceptación y no desde la vergüenza y el escondite.