A sus 6 años y tras el divorcio de sus padres, Natalia presentaba dificultades en cuanto al manejo de sus emociones. Sobre todo cuando la ira o rabia sacudían su pequeñito cuerpo. Tras varias sesiones se pusieron en práctica diferentes técnicas y estrategias de autorregulación emocional.
Tanto a ella como a su madre les encantaba pasar tiempo juntas en casa haciendo cosas divertidas: realizaban manualidades, formaban puzles o incluso elaboraban ricos bizcochos. Aprovechando estas aficiones en común, ¿cómo no poner en práctica el bote de la calma? Estaba segura de que sería todo un acierto.
El bote de la calma
El “bote de la calma” también conocido como botella antiestrés, relajante o sensorial es una herramienta utilizada para la regulación de las emociones. Se trata de un frasco relleno de purpurina que al moverlo produce un efecto hipnótico que induce a la calma al prestarle atención.
Para que el niño libere las emociones negativas se le insta a agitar el bote con fuerza. Así la purpurina y los elementos que hay dentro se mueven. Se establece un símil entre lo que ocurre dentro del bote con lo que sucede en nuestro cerebro cuando nos enfadamos. ¡Todas las emociones están hechas un lío!
Una vez deja de mover el bote, la purpurina irá bajando hasta el fondo. Mientras el niño focaliza su atención en el bote, de manera inconsciente su cerebro recibe una señal que hace que su respiración sea más pausada, su agitación disminuya y se relaje.
El objetivo es que los niños lo utilicen en momentos de enfado para lograr pensar con claridad. Por eso es importante enseñarles cómo usarlo y estar a su lado en el momento en que lo utilicen para garantizar su eficacia. Una vez que el niño ha conseguido rebajar la ira o el enfado se buscan soluciones hacia lo que le molesta.
El bote la calma Montessori
A raíz de la metodología del método de María Montessori (pedagoga y educadora) surgió la idea del bote de la calma. No se trata de un castigo, sino de una técnica que ayuda al autocontrol y a la autorregulación emocional.
Entre sus objetivos destaca el poder facilitar el aprendizaje y su relación con las emociones a los más pequeños. ¿Y los adultos? A veces nos cuesta trabajo lidiar con lo que sentimos. Nos cuesta saber lo que nos pasa y porqué nos pasa. Por eso el bote de la calma de Montessori no solo se utiliza con niños. También es una buena herramienta para padres o adultos.
Cómo hacer un bote de la calma
Si os gustan las manualidades, ¡estáis de enhorabuena! Aprender cómo hacer un bote de la calma es muy sencillo. Aquí te dejo un vídeo para que veas de primera mano cómo se fabrica:
El “ingrediente” principal que necesitamos es un bote o recipiente transparente bien de plástico o bien de cristal. Aunque puede que resulte más atractivo si utilizamos un bote de cristal, lo idóneo es utilizar un bote de plástico en caso de utilizarlo con niños pequeños.
Lo llenamos por la mitad de agua templada y añadimos pegamento (cuánto más pegamento usemos, más tiempo tardará la purpurina en descender).
Introduciremos la purpurina y lo removeremos para que se mezcle bien con el agua y el pegamento. Para añadir un toque de color al agua se puede utilizar un colorante.
Además de con purpurina podemos rellenar nuestro bote particular de cualquier tipo de pequeños objetos como pueden ser confeti, lentejuelas, figuras, botones,…
¿Y qué colores de purpurina y de colorante utilizamos? Los que elijan los niños. Aunque es recomendable que sean colores claros y relajantes.
Bote de la calma con aceite
Otras opciones de botes de la calma son los que se realizan con gomina, aceite, glicerina,…
A todo esto añadiríamos algo de tiempo, imaginación, cariño, ganas de controlar las emociones… ¡y listo! ¡Ya tendríamos nuestro bote de la calma personalizado!