Cocina en casa: sano y relajante
Muchas personas han tenido que quedarse confinadas semanas en sus casas para descubrir el placer de cocinar. Probablemente para una buena parte de ellas haya sido todo un descubrimiento. Pero no hace falta tener que llegar a una situación de pandemia para descubrir que dedicar tiempo a cocinar no solo te ayuda a comer más sano, sino que, además, es muy relajante.
Cuestiones como seleccionar las recetas, elegir los ingredientes, planificar las comidas o investigar recetas (en cualquier de sus soportes) constituyen la primera fase, una fase que te ayuda a desconectar y a centrar tu atención en algo creativo que no solo podrás disfrutar tú, sino también aquellos que degusten tus preparaciones. Las personas que por culpa del estrés laboral deberían probar a cocinar como ejercicio para relajarse y aliviar tensiones.
Tu cocina, tu templo de paz
Para las personas que disfrutan cocinando y que incluso son conscientes del efecto relajante que ejerce sobre ellas el hecho de cocinar, la cocina es su pequeño templo de paz. Es por eso que oirás a mucha gente hablar de “su cocina” y no de la cocina sin más.
Con este en mente, muchos diseñadores de cocinas planifican cocinas modernas y motivantes pensadas para crear este pequeño gran espacio en el que se pueden hacer muchas más cosas, como escuchar música, mantener una conversación con alguien cercano o simplemente usar las tareas manuales para liberar pensamientos o desatar la creatividad.
De hecho, hay una línea de pensamiento muy interesante que plantea la cocina como una forma de meditación. De hecho, como ejercicio de atención plena, cocinar de forma consciente, al igual que otras formas de practicar mindfulness, puede aumentar la felicidad y mejorar el enfoque y la satisfacción con la vida al tiempo que puede reducir el estrés y la irritabilidad.
Además, muchos psicólogos y psicoterapeutas recomiendan a sus pacientes con depresión, distimia o estrés y/o ansiedad que practiquen actividades como la cocina.
Por qué nos relaja cocinar
Cocinar es una actividad creativa. Y, como todas las actividades que implican una buena dosis de creatividad, nos ayuda a relajarnos. Además, la cocina, se disfruta en todas sus fases: cuando se piensa, cuando se prepara, cuando se realiza y cuando se consume (especialmente si se comparte). Esto nos permite disfrutar mucho más de esta actividad.
Y en una sociedad como la actual, en la que no es fácil encontrar momentos para estar tranquilos y dedicarnos tiempo a nosotros mismos y a los que más queremos, cocinar se puede convertir en nuestra tabla de salvación.
Otro aspecto del acto de cocinar que produce gran satisfacción y que nos ayuda a relajarnos tienen que ver con el hecho de que cuando cocinas tienes el control. Eliges qué quieres hacer, mides las cantidades de los ingredientes de la manera que quieras, sustituyes aquello que no quieres usar o que no tienes por lo que mejor te conviene y mantienes controlados los tiempos. Además, puedes usar métodos lentos o acortar con procedimientos más rápidos. Puedes hacer lo que quieras. Pocas situaciones en la vida te permiten hacer esto. Y merece la pena, al menos de vez en cuando, disfrutar de tener el control.