Vamos a acuñar un nuevo término y a viralizarlo, se llamará el imperativo emocional. Haceros amigos de él, porque en cuanto aprendáis a identificarlo, vais a ver que se encuentra por doquier.
No debe importarte lo que piensen los demás… ¿o sí?
Supongo que cuando trabajas como psicoterapeuta durante un tiempo prolongado, aprendes a observar en las personas aspectos y ángulos añadidos, aquellos que no se encuentran en los manuales clásicos. En este caso me gustaría hablaros sobre el imperativo emocional, el cual vengo observando hasta la extenuación en consulta y resulta ser de esas cosas que no alarman pero destrozan silenciosamente.
El imperativo emocional es algo así como una especie de auto impuesto diario, donde por cada forma de sentir inapropiada (según no sé que normas morales y culturales aprendidas), hemos de tributar un tanto por ciento en forma de castigo.
En otras palabras, son aquellas correcciones de corte moral que nos aplicamos con más o menos severidad cuando de forma natural sentimos algo, que a nuestro juicio es inapropiado. Esto, que es un tipo de invalidación emocional, nos resulta corriente y natural, cuando precisamente atenta contra la propia naturalidad de lo que somos.
Es más, no sólo nos lo aplicamos a nosotros mismos/as, es que lo usamos para dar consejos y corregir al resto.
Sé que no debería darle tanta importancia a lo que piensan los demás…me decía un paciente en terapia recientemente. Me contaba un conflicto laboral, y como después la preocupación por la imagen que había podido dar le rondaba en la cabeza. Decidió contárselo a un ser querido, y este le dijo textualmente el imperativo emocional “No tienes que darle tanta importancia a lo que piensen los demás sobre ti”.
Mi paciente aceptó por válido el mensaje, era coherente y es lo que se espera, que no nos preocupe lo que piensen los demás. No lo rebatió, pero se sintió seguramente aún más sólo después de contarlo y probablemente, aprendería que es el tipo de cosas que es mejor no compartir con los demás.
No se trata de endemoniar a nadie, estos dejes los tenemos todxs, y muchas veces estas correciones morales son intentos de colocar a los demás las cosas que nosotros mismos pensamos que necesitamos hacer realidad en uno mismo.
Esta invalidación emocional es horrible y extremadamente dañina cuando ocurre en el contexto de la crianza. En ocasiones algunos padres, profesores y en general educadores, optan por aleccionar en demasía respecto a los impulsos y sentimientos considerados “bajunos” o inaceptables. Colocan al infante en desarrollo en una máquina de diseño perfecto, preparada para saber discriminar como debe sentir, pero totalmente incapaz de reconocer y reconocerse como realmente se siente.
La aceptación incondicional de la que tanto se habla, significa eso, poder tolerar la globalidad de la persona; su vulnerabilidad, su ego, sus impulsos agresivos, su sexualidad…Cierto es, que si quiero vivir en sociedad tendré que aprender regular mi mala leche, pero tenerla no es cuestión gravosa que sea alguien con genio. y/o orgullosa. En la lotería de la personalidad, nadie es de diseño.
¿Esto implica que sí, que hay preocuparse por lo que piensan los demás?
Ni sí ni no, el objetivo no es sufrir. Si sufres por ello, te enseñare a no sufrir, y a entender por ejemplo de que manera eso te duele ,y como podría dolerte menos o no dolerte. La diferencia es que cuando usamos un imperativo emocional el mensaje que estamos mandando colateralmente es que no se puede ser así. Esto es muy visible en la depresión, donde la persona cada vez opta menos por contar que no tiene ilusión ni siente ganas por nada, ya que el mensaje que recibe del exterior es que “no se puede funcionar así”.
Si nos vamos al terreno de las relaciones de pareja… ¡Ni os cuento la cantidad de imperativos emociones que hemos adquirido! La psicología avanza, y las personas vamos cogiendo coletillas que sin entender muy bien, vamos auto y hetero aplicando a nuestro diccionario de vida. Seguro que reconocéis muchas de estas:
- Tu autoestima no puede depender de nadie
- Deberías aprender perdonar para crecer como persona
- No te rayes tanto por cosas que no tienen importancia
- Los celos nos hacen peores personas
- Que más dará lo que piensen los demás
- Tienes que aprender a estar sólo/a antes de comenzar una relación
- Estar bien sólo depende de ti
- Le das demasiada importancia a tu físico
Estas son sólo algunas, pero estamos contaminados de muchísimas de ellas. Que algo no pueda tener cierta parte de razón, no quiere decir que debamos usarlas como ladrillos.
Tratamos de aprendernos la vida de memoria, como si estuviese en nuestra mano coger unos cuantos enunciados y enmarcarlos como ruta de guía.
Nuestro consejo es que dejemos de lapidar y lapidarnos, que escuchemos, comprendamos el sentir nuestro y el de los demás. Y desde ahí, validando el ser así, podamos ofrecer alternativas realistas o simplemente callarnos y aceptar que no siempre todo sale como debería. Y eso es precisamente lo que nos hace humanos.