Cómo ayudan las vitaminas al bienestar de tu piel

No todo es cuestión de cremas. Si quieres cuidar tu piel de verdad, toca empezar por dentro. Las vitaminas influyen mucho más de lo que creemos en su aspecto, su resistencia y hasta en cómo envejece. Y en algunos casos, como ocurre con los suplementos vitamina b6, pueden marcar la diferencia cuando hay acné, inflamación o desequilibrios hormonales.

Más allá del marketing, hay nutrientes que tienen un efecto real sobre la salud de la piel. Desde reforzar la barrera cutánea hasta dar ese brillo que no consigues con ningún sérum. Aquí repasamos las que no deberían faltar en tu día a día.

Vitamina A: el apoyo invisible de tu piel

La vitamina A es como ese amigo que no se ve mucho, pero que siempre está ahí cuando se le necesita. En la piel, actúa como un potente regenerador celular. Ayuda a que las células se renueven con normalidad y a mantener la epidermis fuerte, especialmente en situaciones de sequedad, descamación o envejecimiento prematuro.

Además, se ha estudiado su papel en la regulación del sebo, algo muy útil para personas con piel grasa o con tendencia al acné. Eso sí, hay que tener cuidado con los excesos: una dosis muy alta puede tener efectos adversos, así que lo ideal es asegurar su ingesta a través de la dieta o suplementos equilibrados.

Vitamina C: más allá del zumo de naranja

La vitamina C no solo es buena para cuando coges un resfriado. También es fundamental para la salud de tu piel. Participa en la producción de colágeno, una proteína que da firmeza y elasticidad a los tejidos. Gracias a ella, la piel mantiene su estructura y tiene ese aspecto jugoso que todos buscamos.

Además, tiene efecto antioxidante. Esto significa que protege frente al daño que causan los radicales libres, moléculas que se generan por el sol, la contaminación o el estrés, y que contribuyen al envejecimiento celular. En resumen: menos arrugas, más luminosidad.

También es una buena aliada si tienes manchas, ya que ayuda a unificar el tono y aporta brillo natural sin irritar.

Vitamina D: mucho más que el “sol en cápsulas”

Aunque solemos relacionar la vitamina D con los huesos, también tiene un impacto interesante sobre la piel. Se produce de forma natural cuando nos exponemos al sol, pero en invierno o en personas que pasan mucho tiempo en interiores, los niveles pueden bajar.

Un déficit de vitamina D puede alterar la función barrera de la piel y está relacionado con afecciones como la psoriasis, la dermatitis atópica o incluso con la cicatrización lenta. Lo ideal es obtenerla de forma equilibrada: algo de sol al día y, si es necesario, un aporte extra en forma de suplemento.

Vitamina E: escudo contra las agresiones externas

La vitamina E es una de las más conocidas en cosmética, y no es casualidad. Es un potente antioxidante que protege la piel de los daños del ambiente, como el sol o la contaminación, y contribuye a mantenerla hidratada. Muchas cremas la incluyen en su fórmula, pero también es interesante incorporarla desde dentro.

Se encuentra en alimentos como los frutos secos, los aceites vegetales o el aguacate, y ayuda a prevenir la aparición de arrugas y líneas de expresión. También calma irritaciones y mejora la elasticidad.

Lo que está claro es que una piel bonita no se consigue solo con productos caros. La alimentación y los hábitos del día a día son igual de importantes. Incluir en tu dieta frutas, verduras, frutos secos y alimentos ricos en estas vitaminas es el primer paso para que tu piel tenga lo que necesita.

Y si hace falta, complementar de forma puntual con un suplemento puede ser una buena idea, siempre con asesoramiento profesional.

Si no sabes como conseguir pacientes a través de Internet, esta guía te dará claridad.